
Después de más de tres décadas liderando su empresa de embalaje industrial en Guadalajara, Andrés Haro comenzó a pensar en el siguiente capítulo de su vida. La empresa era rentable, funcionaba bien y contaba con un equipo comprometido. Sin embargo, la energía que antes dedicaba con entusiasmo al día a día del negocio ahora la quería invertir en otras pasiones: pasar más tiempo con su familia, viajar y, sobre todo, volver a la música, su gran amor de siempre.
Como muchos empresarios en su etapa, Andrés enfrentaba una decisión difícil: ¿cómo soltar una empresa que había construido desde cero sin poner en riesgo su legado?
La respuesta llegó tras conocer a Arturo. Las conversaciones fluyeron con transparencia y confianza. No se trató de una negociación agresiva, sino de una transición ordenada y hecha a la medida.
En enero de este año, se concretó la compra. La empresa —hoy llamada Packing Store— quedó en manos de Arturo, quien asumió el liderazgo con el compromiso de cuidar a los clientes, el equipo y los valores que Andrés había sembrado. Por su parte, Andrés cerró un ciclo con satisfacción y se embarcó en unas merecidas vacaciones, retomando su guitarra y dedicándose de lleno a la música.
En la foto vemos a Arturo y Andrés tras firmar el traspaso de la empresa, ambos contentos por lo que está por venir. Uno asume el desafío de liderar y hacer crecer el negocio; el otro inicia una nueva etapa, sin preocupaciones, sabiendo que su empresa quedó en buenas manos.
Historias como esta son prueba de que vender una empresa no significa renunciar a lo construido, sino permitir que continúe desde otra energía, con nuevos ojos y con el mismo compromiso.
Si estás pensando en dar ese paso, quizás esta historia te inspire a hacerlo. Comparténos tu historia: aquí.